Nota 159
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE COMPLETE WORKS OF SAINT JOHN OF THE CROSS
[LAS OBRAS COMPLETAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ]
Por San Juan de la Cruz
Este libro traducido del Español original al Inglés por E. Allison Peers.
Indiscreet Ceremonies
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE COMPLETE WORKS OF SAINT JOHN OF THE CROSS
[LAS OBRAS COMPLETAS DE SAN JUAN DE LA CRUZ]
Por San Juan de la Cruz
Este libro traducido del Español original al Inglés por E. Allison Peers.
Indiscreet Ceremonies
San Juan nos habla de dos bienes espirituales distintos en que puede gozarse inútilmente la Voluntad: las ceremonias y los predicadores.
Dice que es sorprendente cuántas personas atienden ceremonias introducidas por gente poco ilustrada. Muchas de estas ceremonias indiscretas se basan en el deseo de cumplir con las devociones y oraciones propias. Piensan que si no se sigue su método, Dios no será servido ni los escuchará. Ponen más confianza en su modo y tipo de ceremonia que en la oración, no sin gran agravio de Dios. Y lo que es peor e intolerable, dice San Juan, es que algunos quieren sentir algún efecto de sus ceremonias y que se cumpla lo que piden. Esto es tentar a Dios y enojarlo tanto que da licencia al demonio para que los engañe, haciéndolos sentir y entender cosas ajenas al provecho de su alma y así, nada les sucede bien.
San Juan dice que no debemos atender ceremonias que la Iglesia Católica no usa. Nos dice que el Pater Noster que Cristo enseñó a sus discípulos incluye todas nuestras necesidades, espirituales y temporales. Cristo les dijo a los apóstoles que perseverasen en esta oración. No les enseñó otras maneras de oraciones o ceremonias. Les dijo que cuando oraran no quisiesen hablar mucho, porque bien sabía el Padre celestial lo que les convenía. Cristo nos enseñó a orar en un lugar secreto, sin ruido y al tiempo más quieto de la noche. “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora.” (Mt. 6:6), o vete a los desiertos solitarios. Por lo tanto, no hay para qué usar otros modos o frases sino sólo las que usa la Iglesia y de la manera en que las usa.
Dice San Juan que la segunda manera de bienes distintos sabrosos en que vanamente se puede gozar la voluntad son los predicadores. Para que el predicador no se goce vanamente en su propio sermón, la fuerza de sus palabras debe venir del espíritu interior. Cuando el predicador es de mejor vida, mayor es el fruto que hace, por bajo que sea su estilo y poca su retórica. Nos dice que quienes tienen un buen estilo y retórica no tendrán fruto si no llevan una vida virtuosa, pues no hay virtud en una voz. El gozarse en el gusto que tienen al dar buena instrucción impide que la instrucción pase al espíritu de los oyentes. Pueden explicar bien una doctrina, pero no hay fruto.
Dice que es sorprendente cuántas personas atienden ceremonias introducidas por gente poco ilustrada. Muchas de estas ceremonias indiscretas se basan en el deseo de cumplir con las devociones y oraciones propias. Piensan que si no se sigue su método, Dios no será servido ni los escuchará. Ponen más confianza en su modo y tipo de ceremonia que en la oración, no sin gran agravio de Dios. Y lo que es peor e intolerable, dice San Juan, es que algunos quieren sentir algún efecto de sus ceremonias y que se cumpla lo que piden. Esto es tentar a Dios y enojarlo tanto que da licencia al demonio para que los engañe, haciéndolos sentir y entender cosas ajenas al provecho de su alma y así, nada les sucede bien.
San Juan dice que no debemos atender ceremonias que la Iglesia Católica no usa. Nos dice que el Pater Noster que Cristo enseñó a sus discípulos incluye todas nuestras necesidades, espirituales y temporales. Cristo les dijo a los apóstoles que perseverasen en esta oración. No les enseñó otras maneras de oraciones o ceremonias. Les dijo que cuando oraran no quisiesen hablar mucho, porque bien sabía el Padre celestial lo que les convenía. Cristo nos enseñó a orar en un lugar secreto, sin ruido y al tiempo más quieto de la noche. “Cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora.” (Mt. 6:6), o vete a los desiertos solitarios. Por lo tanto, no hay para qué usar otros modos o frases sino sólo las que usa la Iglesia y de la manera en que las usa.
Dice San Juan que la segunda manera de bienes distintos sabrosos en que vanamente se puede gozar la voluntad son los predicadores. Para que el predicador no se goce vanamente en su propio sermón, la fuerza de sus palabras debe venir del espíritu interior. Cuando el predicador es de mejor vida, mayor es el fruto que hace, por bajo que sea su estilo y poca su retórica. Nos dice que quienes tienen un buen estilo y retórica no tendrán fruto si no llevan una vida virtuosa, pues no hay virtud en una voz. El gozarse en el gusto que tienen al dar buena instrucción impide que la instrucción pase al espíritu de los oyentes. Pueden explicar bien una doctrina, pero no hay fruto.
Derechos de Autor, Copyright © 2015 & 2016
- John of the Cross, Saint [San Juan de la Cruz], The Complete Works of Saint John of the Cross, Volme I [Las Obras Completas de San Juan de la Cruz Volumen I], traducido y editado por E. Allison Peers, Maryland; The Newman Press. reimpreso en 1957.
- John of the Cross, Saint [San Juan de la Cruz], The Complete Works of Saint John of the Cross, Volme II & III [Las Obras Completas de San Juan de la Cruz Volumen II], traducido y editado por E. Allison Peers, Maryland; The Newman Press. reimpreso en 1953.