Nota 112
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE IMMITATION OF CHRIST
[LA IMITACIÓN DE CRISTO]
Por Tomás A Kempis
Fue el sub-prior del monasterio del Monte San Agnes, en Agnetenberg, Alemania.
Originalmente, Tomás se asoció con los Hermanos de la Vida Común y más tarde el
monasterio adoptó la regla de los Cánones Regulares de San Agustín. Fue
consejero, copista y escritor. Traducido del latín por Richard Whitford, cerca de
1530. Este libro es una versión moderna basada en la obra de Whitford que ha
sido editada con la introducción por el Reverendo Harold C. Gardiner, S.J.
La Carne está Esclavizada
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE IMMITATION OF CHRIST
[LA IMITACIÓN DE CRISTO]
Por Tomás A Kempis
Fue el sub-prior del monasterio del Monte San Agnes, en Agnetenberg, Alemania.
Originalmente, Tomás se asoció con los Hermanos de la Vida Común y más tarde el
monasterio adoptó la regla de los Cánones Regulares de San Agustín. Fue
consejero, copista y escritor. Traducido del latín por Richard Whitford, cerca de
1530. Este libro es una versión moderna basada en la obra de Whitford que ha
sido editada con la introducción por el Reverendo Harold C. Gardiner, S.J.
La Carne está Esclavizada
Kempis nos dice que el Señor quiere que pongamos nuestros afectos en orden; dice que el Señor nos pide que concentremos la atención en lo que creemos ser su voluntad para nosotros, no en lo que deseamos para nosotros mismos. El autor dice saber que nuestros deseos nos llevan de una cosa a la otra, pero debemos notar si somos movidos por el honor de Dios o el nuestro. Debemos aprender a gozar cosas simples, y no permitir que nuestra carne se oponga a todo lo que le sea contrario. Debemos resistir fuertemente lo que la carne prefiere y, si Dios es la meta, estaremos satisfechos. Si hay en el corazón algo de uno mismo, en esa medida nos estorbará en hacer lo correcto.
El autor dice que no debemos seguir cada afecto y deseo que nos parezca bueno, ni siquiera los que no son atractivos. Debemos limitar nuestra acción lo suficiente como para cerciorarnos si será un obstáculo para los demás o no, o un fracaso de nuestra parte. Debemos obligar a la carne a obedecer a la voluntad del espíritu y entonces, eventualmente, la carne obedecerá sus órdenes.
El autor dice que no debemos seguir cada afecto y deseo que nos parezca bueno, ni siquiera los que no son atractivos. Debemos limitar nuestra acción lo suficiente como para cerciorarnos si será un obstáculo para los demás o no, o un fracaso de nuestra parte. Debemos obligar a la carne a obedecer a la voluntad del espíritu y entonces, eventualmente, la carne obedecerá sus órdenes.
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