Nota 105
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
CARMELITE SPIRITUALITY IN THE TERESIAN TRADITION.
[ESPIRITUALIDAD CARMELITA EN LA TRADICIÓN TERESIANA]
Por Pablo-María de la Cruz, O.C.D.
Fue un autor Carmelita que nos dejó muchos escritos espirituales.
Llegó a ser director del Colegio de Santa Thérèse en Avon y más tarde
fue prior del monasterio Carmelita en Lille. Traducido del francés por
Kathryn Sullivan, R.S.C.J. Revisado y editado por Steven Payne O.C.D.
Carmelitas
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
CARMELITE SPIRITUALITY IN THE TERESIAN TRADITION.
[ESPIRITUALIDAD CARMELITA EN LA TRADICIÓN TERESIANA]
Por Pablo-María de la Cruz, O.C.D.
Fue un autor Carmelita que nos dejó muchos escritos espirituales.
Llegó a ser director del Colegio de Santa Thérèse en Avon y más tarde
fue prior del monasterio Carmelita en Lille. Traducido del francés por
Kathryn Sullivan, R.S.C.J. Revisado y editado por Steven Payne O.C.D.
Carmelitas
El autor nos dice que Santa Teresa de Ávila trajo de vuelta a la Orden Carmelita, la vida original de los ermitaños del desierto. Ella quería renovar la experiencia de Elías y los otros profetas del desierto. Elías vivió bajo la Antigua Alianza y probó los placeres divinos de la contemplación. El Carmelo de hoy vive la vida de su espíritu primitivo. Santa Teresa fundó el Carmelo Descalzo donde esta clase de vida pudiera crecer una vez más. La celda Carmelita de hoy es el desierto de Elías.
El autor dice que el Carmelo hace de la contemplación infusa su propio fin y para lograrla se practica un desapego absoluto. Es una ilusión aspirar al más alto don de Dios mientras que se menosprecian las necesarias purificaciones que se han de sufrir.
Nos dice que los carmelitas permanecen en su propia celda o cerca de ella. Se adhieren a lo más simple y renuncian a la posesión de toda propiedad. Se les exige la obediencia así como el silencio. El Carmelo dice que, “bajo ciertas condiciones, es posible para el ser humano vivir la vida divina y que la oración perpetua lo hace posible.”
Nos dice que no hay métodos de oración estrictos y la Regla preserva su modo de vida. Cada quien debe rendir su voluntad, aunque esto sea una crucifixión. Todo descansa en la renunciación de la voluntad y se lleva a la perfección por medio de los deberes, por la caridad y soportándose unos a otros. Cuando todas estas virtudes de hecho se ponen en práctica, se asegura la unidad del Carmel. El Carmelo ideal es vivir en gran pureza, entrar en Dios mismo y experimentar, aquí en la tierra, el poder de la presencia divina.
Los que desean ser Carmelitas, nos dice, deben tener un sentido de lo espiritual y desear estar solos con Dios, sin deseos de alguna actividad especial. Esta debe ser su disposición antes de entrar a la vida religiosa del Carmelo. Es Dios quien pone en ellos esta actitud y es El quien la mantiene en ellos. El verdadero Carmelita tiene un gran deseo de estar libre de todas las cosas para hacerse uno con el Señor.
El autor dice que el Carmelo hace de la contemplación infusa su propio fin y para lograrla se practica un desapego absoluto. Es una ilusión aspirar al más alto don de Dios mientras que se menosprecian las necesarias purificaciones que se han de sufrir.
Nos dice que los carmelitas permanecen en su propia celda o cerca de ella. Se adhieren a lo más simple y renuncian a la posesión de toda propiedad. Se les exige la obediencia así como el silencio. El Carmelo dice que, “bajo ciertas condiciones, es posible para el ser humano vivir la vida divina y que la oración perpetua lo hace posible.”
Nos dice que no hay métodos de oración estrictos y la Regla preserva su modo de vida. Cada quien debe rendir su voluntad, aunque esto sea una crucifixión. Todo descansa en la renunciación de la voluntad y se lleva a la perfección por medio de los deberes, por la caridad y soportándose unos a otros. Cuando todas estas virtudes de hecho se ponen en práctica, se asegura la unidad del Carmel. El Carmelo ideal es vivir en gran pureza, entrar en Dios mismo y experimentar, aquí en la tierra, el poder de la presencia divina.
Los que desean ser Carmelitas, nos dice, deben tener un sentido de lo espiritual y desear estar solos con Dios, sin deseos de alguna actividad especial. Esta debe ser su disposición antes de entrar a la vida religiosa del Carmelo. Es Dios quien pone en ellos esta actitud y es El quien la mantiene en ellos. El verdadero Carmelita tiene un gran deseo de estar libre de todas las cosas para hacerse uno con el Señor.
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