Nota 52
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
AUTOBIOGRAPHY OF ST. ANTHONY MARY CLARET
[AUTOBIOGRAFÍA DE SAN ANTONIO MARIA CLARET]
Fundó Los Misioneros, Hijos del Corazón Inmaculado de María y sirvió como Arzobispo
de Santiago, Cuba. Regresó a españa como confesor de la Reina Isabel II, y cuando la
Orden Jesuíta fue suprimida, escapó a Paris en exilio con el equipo de la reina.
Traducido del original en español de San Antonio María Claret, por Louis Joseph Moore, C.M.F.
Prácticas para la Santidad
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
AUTOBIOGRAPHY OF ST. ANTHONY MARY CLARET
[AUTOBIOGRAFÍA DE SAN ANTONIO MARIA CLARET]
Fundó Los Misioneros, Hijos del Corazón Inmaculado de María y sirvió como Arzobispo
de Santiago, Cuba. Regresó a españa como confesor de la Reina Isabel II, y cuando la
Orden Jesuíta fue suprimida, escapó a Paris en exilio con el equipo de la reina.
Traducido del original en español de San Antonio María Claret, por Louis Joseph Moore, C.M.F.
Prácticas para la Santidad
Este Santo nos dice lo que él practicaba durante su vida y que, evidentemente, lo llevó a la santidad.
Nos dice que nunca tomó una decisión respecto a lo que quería, ni su madre supo nunca sus preferencias por cosa alguna. Su corazón era tan tierno que cuando su padre regañó a uno de sus empleados en su fábrica de textiles, fue más doloroso para San Antonio que para el empleado. Era tan benévolo que cuando le fue necesario corregir a un trabajador bajo su supervisión, comenzó por elogiar su trabajo y luego terminó diciéndole que solamente había un descuido y que cuando lo corrigiera su trabajo sería perfecto. Hasta a los groseros trataba con bondad y nunca reñía con otros. Dijo que todo el placer de su vida era trabajar, orar, leer y pensar en Jesús y María.
Era sacerdote Jesuita; fue Arzobispo de Santiago, Cuba (1850); fundó la Congregación de los Misioneros, Hijos del Corazón Inmaculado de María y murió en 1870.
San Antonio siempre tuvo en mente los siguientes 12 grados de humildad sugeridos por San Benito y Santo Tomás.
1. Tener humildad interior y exteriormente. Mantener los ojos al suelo.
2. Hablar pocas palabras y en voz baja.
3. No tener una disposición a la risa.
4. Guardar silencio hasta que alguien haga una pregunta.
5. Hacer bien el trabajo cotidiano.
6. Pensar de uno mismo como el más vil de todos.
7. Considerarse uno mismo como indigno de todo.
8. Reconocer y admitir los defectos propios.
9. Obedecer y estar sujeto a los superiores.
10. Obediencia pronta en lo difícil y paciencia en las cosas amargas a la naturaleza.
11. No hacer la propia voluntad.
12. Siempre estar consciente de las santas leyes de Dios.
Nos dice que nunca tomó una decisión respecto a lo que quería, ni su madre supo nunca sus preferencias por cosa alguna. Su corazón era tan tierno que cuando su padre regañó a uno de sus empleados en su fábrica de textiles, fue más doloroso para San Antonio que para el empleado. Era tan benévolo que cuando le fue necesario corregir a un trabajador bajo su supervisión, comenzó por elogiar su trabajo y luego terminó diciéndole que solamente había un descuido y que cuando lo corrigiera su trabajo sería perfecto. Hasta a los groseros trataba con bondad y nunca reñía con otros. Dijo que todo el placer de su vida era trabajar, orar, leer y pensar en Jesús y María.
Era sacerdote Jesuita; fue Arzobispo de Santiago, Cuba (1850); fundó la Congregación de los Misioneros, Hijos del Corazón Inmaculado de María y murió en 1870.
San Antonio siempre tuvo en mente los siguientes 12 grados de humildad sugeridos por San Benito y Santo Tomás.
1. Tener humildad interior y exteriormente. Mantener los ojos al suelo.
2. Hablar pocas palabras y en voz baja.
3. No tener una disposición a la risa.
4. Guardar silencio hasta que alguien haga una pregunta.
5. Hacer bien el trabajo cotidiano.
6. Pensar de uno mismo como el más vil de todos.
7. Considerarse uno mismo como indigno de todo.
8. Reconocer y admitir los defectos propios.
9. Obedecer y estar sujeto a los superiores.
10. Obediencia pronta en lo difícil y paciencia en las cosas amargas a la naturaleza.
11. No hacer la propia voluntad.
12. Siempre estar consciente de las santas leyes de Dios.
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