Nota 106
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
COMPLETE SPIRITUAL DOCTRINE OF ST. THERESE OF LISIEUX
[DOCTRINA ESPIRITUAL COMPLETA DE SANTA TERESA DE LISIEUX]
Por el Reverendo Francois Jamart, O.C.D.
Teresa fue una mística y es Doctora de la Iglesia. Fue una monja
Carmelita conocida por su doctrina pura, “El Caminito Espiritual”.
Traducido del francés por el Reverendo Walter Van De Putte, C.S.Sp.
Sufrimientos
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
COMPLETE SPIRITUAL DOCTRINE OF ST. THERESE OF LISIEUX
[DOCTRINA ESPIRITUAL COMPLETA DE SANTA TERESA DE LISIEUX]
Por el Reverendo Francois Jamart, O.C.D.
Teresa fue una mística y es Doctora de la Iglesia. Fue una monja
Carmelita conocida por su doctrina pura, “El Caminito Espiritual”.
Traducido del francés por el Reverendo Walter Van De Putte, C.S.Sp.
Sufrimientos
El autor nos dice que el plan original de Dios para nosotros no incluía el sufrimiento que fue causado como resultado del pecado de Adán. Cuando Cristo vino a redimirnos por su ‘Via Crucis,’ nos dio el privilegio de participar con El en su plan de salvación. Nos dice que Santa Teresita pensaba que fue por su gran amor a nosotros que quiso que participáramos con El en este sufrimiento para salvar almas. En un principio, cuando la pequeña santa se consagró a Jesús no se dio cuenta que era necesario sufrir mucho para alcanzar la santidad, pero después de las duras pruebas que padeció, decía haber entendido que solamente la inmolación completa de sí misma podría llamarse amor. Soportó el largo sufrimiento de la Tuberculosis y la aceptación amorosa de una sofocación que la crucificaba y, a la puerta de la muerte, las hermanas decían que murió de amor, en éxtasis.
Santa Teresita decía que antes de que Jesús entrara en su corazón, el dolor de sus cruces le causaba tristeza pero, después de que El entró en su corazón, amaba el sufrir por su Jesús. Descubrió que el sufrimiento la desprendía de la tierra, lo que a su vez la preparó para el don de la Unión.
El autor nos dice que la pequeña santa pensaba que su consagración a Jesús era el mejor medio de probar su amor. Decía que en el convento no había oportunidades de hacer grandes cosas por El, así que ella hacía cosas pequeñas; en días de lavandería, por ejemplo, una hermana siempre lavaba enseguida de la tina de Teresita e invariablemente salpicaba sobre ella la espuma del jabón de pañuelos sucios. Nos dice que le parecía ser muy desatinado rehusar esta oportunidad de darle algo a Jesús. Aprendió a amar este favor que se obtenía tan fácilmente. Sufría amorosamente las faltas de sus hermanas y las convertía en virtud. Decía que vivía solamente en el momento presente, olvidaba el pasado y se cuidaba de no visualizar el futuro. Estas pequeñas renunciaciones eran todo su gozo. Decía que la renunciación nos libera del amor propio y de todo lo que obstruye nuestro progreso en la santidad. El sufrimiento era lo único que le parecía deseable en este valle de lágrimas.
Ya que no debemos estar apegados a nada, dice el autor, parece ser que no somos libres de disfrutar placeres legítimos, pero Teresita sabía que Jesús no rechaza los placeres terrenales. Sólo que El no se complacía en nada por su propio placer. En los primeros años de su vida, Teresa rehusaba disfrutarlos pero, hacia el final de su vida, ya no sentía ninguna necesidad de desasirse de ellos porque El era su único amor. Ya no podían apartar su mente de El.
Santa Teresita decía que antes de que Jesús entrara en su corazón, el dolor de sus cruces le causaba tristeza pero, después de que El entró en su corazón, amaba el sufrir por su Jesús. Descubrió que el sufrimiento la desprendía de la tierra, lo que a su vez la preparó para el don de la Unión.
El autor nos dice que la pequeña santa pensaba que su consagración a Jesús era el mejor medio de probar su amor. Decía que en el convento no había oportunidades de hacer grandes cosas por El, así que ella hacía cosas pequeñas; en días de lavandería, por ejemplo, una hermana siempre lavaba enseguida de la tina de Teresita e invariablemente salpicaba sobre ella la espuma del jabón de pañuelos sucios. Nos dice que le parecía ser muy desatinado rehusar esta oportunidad de darle algo a Jesús. Aprendió a amar este favor que se obtenía tan fácilmente. Sufría amorosamente las faltas de sus hermanas y las convertía en virtud. Decía que vivía solamente en el momento presente, olvidaba el pasado y se cuidaba de no visualizar el futuro. Estas pequeñas renunciaciones eran todo su gozo. Decía que la renunciación nos libera del amor propio y de todo lo que obstruye nuestro progreso en la santidad. El sufrimiento era lo único que le parecía deseable en este valle de lágrimas.
Ya que no debemos estar apegados a nada, dice el autor, parece ser que no somos libres de disfrutar placeres legítimos, pero Teresita sabía que Jesús no rechaza los placeres terrenales. Sólo que El no se complacía en nada por su propio placer. En los primeros años de su vida, Teresa rehusaba disfrutarlos pero, hacia el final de su vida, ya no sentía ninguna necesidad de desasirse de ellos porque El era su único amor. Ya no podían apartar su mente de El.
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