Nota 48
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE GLORIES OF MARY
[LAS GLORIAS DE MARÍA]
De las obras completas de San Alfonso De Liguori
Fue el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor. Es un Doctor de la Iglesia
que escribió un gran número de obras dogmáticas y ascéticas, casi todas en el
vernacular descritas como “simples en estilo” y “de doctrina sólida.” Su
correspondencia era “prolífica y 1,451 cartas fueron recuperadas.” Traducido del
italiano. Nombre del traductor no aparece. Editado por el Rev. Eugene Grimm, C.Ss.R.
La Muerte
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE GLORIES OF MARY
[LAS GLORIAS DE MARÍA]
De las obras completas de San Alfonso De Liguori
Fue el fundador de la Congregación del Santísimo Redentor. Es un Doctor de la Iglesia
que escribió un gran número de obras dogmáticas y ascéticas, casi todas en el
vernacular descritas como “simples en estilo” y “de doctrina sólida.” Su
correspondencia era “prolífica y 1,451 cartas fueron recuperadas.” Traducido del
italiano. Nombre del traductor no aparece. Editado por el Rev. Eugene Grimm, C.Ss.R.
La Muerte
Este autor nos dice que hay tres cosas que hacen que la muerte sea amarga: el apego a las personas y cosas del mundo, el remordimiento por los pecados cometidos y la incertidumbre de la salvación.
Nos dice que María estuvo libre de estas tres cosas amargas y por lo tanto su muerte fue preciosa y gozosa. Murió como vivió, completamente desapegada de las cosas del mundo. Murió en paz con la certeza de su salvación.
El autor pregunta ¿qué alma fue alguna vez más desapegada que el alma de María? Estaba desapegada de sus padres; los dejó a la edad de tres años para irse a vivir en el Templo. Estaba desprendida de las riquezas; se sostenía por el trabajo de sus propias manos. Estaba desapegada de los honores; vivió una vida humilde y despreciable aunque descendía de los reyes de Israel. Nunca tuvo remordimiento de conciencia; era llena de gracia. Desde el primer momento de su concepción en el vientre de Ana comenzó a amar a Dios y continuó avanzando más y más en amor y perfección a través de su vida. Todos sus pensamientos y deseos eran sólo por Dios.
El autor dice que a su muerte, todas estas hermosas virtudes la rodearon: su fe tan constante, su amorosa confianza en Dios, su paciencia invencible en medio de tantos sufrimientos, su humildad en medio de tantos privilegios, su modestia y mansedumbre, su tierna compasión por las almas, su celo insaciable por la gloria de Dios y su amor perfectísimo hacia su Hijo, en conformidad completa a la Voluntad de Dios.
Dice… ¡qué gozo debe haber sentido la Madre de Dios al conocer la cercanía de su muerte! Bien sabía ella que su corazón ardía continuamente con el amor divino. Como vivió, así murió. No murió de enfermedad alguna; el Amor Divino fue la causa de su muerte.
Nos dice que María estuvo libre de estas tres cosas amargas y por lo tanto su muerte fue preciosa y gozosa. Murió como vivió, completamente desapegada de las cosas del mundo. Murió en paz con la certeza de su salvación.
El autor pregunta ¿qué alma fue alguna vez más desapegada que el alma de María? Estaba desapegada de sus padres; los dejó a la edad de tres años para irse a vivir en el Templo. Estaba desprendida de las riquezas; se sostenía por el trabajo de sus propias manos. Estaba desapegada de los honores; vivió una vida humilde y despreciable aunque descendía de los reyes de Israel. Nunca tuvo remordimiento de conciencia; era llena de gracia. Desde el primer momento de su concepción en el vientre de Ana comenzó a amar a Dios y continuó avanzando más y más en amor y perfección a través de su vida. Todos sus pensamientos y deseos eran sólo por Dios.
El autor dice que a su muerte, todas estas hermosas virtudes la rodearon: su fe tan constante, su amorosa confianza en Dios, su paciencia invencible en medio de tantos sufrimientos, su humildad en medio de tantos privilegios, su modestia y mansedumbre, su tierna compasión por las almas, su celo insaciable por la gloria de Dios y su amor perfectísimo hacia su Hijo, en conformidad completa a la Voluntad de Dios.
Dice… ¡qué gozo debe haber sentido la Madre de Dios al conocer la cercanía de su muerte! Bien sabía ella que su corazón ardía continuamente con el amor divino. Como vivió, así murió. No murió de enfermedad alguna; el Amor Divino fue la causa de su muerte.
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