Nota 59
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
A BOOK OF SPIRITUAL INSTRUCTION
[UN LIBRO DE INSTRUCCIóN ESPIRITUAL]
Por Ludovicus Blosius
Fue un abad que recibió su educación del futuro Papa Adrián VI, y fue un
paje en la corte del futuro emperador Carlos V. El emperador ofreció a
Blosius la posición de Arzobispo de Cambrai, France, que no fue acceptada.
Traducido del latín por el Reverendo Bertrand A. Wilberforce, O.P.
Mortificación de los Sentidos
El Primer medio necesario para aspirar a la Unión con Dios
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
A BOOK OF SPIRITUAL INSTRUCTION
[UN LIBRO DE INSTRUCCIóN ESPIRITUAL]
Por Ludovicus Blosius
Fue un abad que recibió su educación del futuro Papa Adrián VI, y fue un
paje en la corte del futuro emperador Carlos V. El emperador ofreció a
Blosius la posición de Arzobispo de Cambrai, France, que no fue acceptada.
Traducido del latín por el Reverendo Bertrand A. Wilberforce, O.P.
Mortificación de los Sentidos
El Primer medio necesario para aspirar a la Unión con Dios
Desecha tus propios recuerdos, reflexiones y deseos.
Olvida todo asunto inútil.
No reflexiones sobre pensamientos vanos e innecesarios.
Silencia tu conversación contigo mismo.
La verdadera oración consiste en elevar la mente a Dios aunque no se usen palabras.
No te aferres desordenadamente a ninguna cosa ni persona creada (aunque sea santa).
Prepárate a renunciar de buena gana a todo deleite que pueda fluir de los ejercicios espirituales.
No aferrarnos a ninguna cosa perecedera .
Renuncia a tu propia voluntad.
No consideres nada como de tu propiedad particular.
Acepta todo lo que suceda como venido de la mano de Dios.
Soporta paciente y tranquilamente toda clase de aflicciones; piensa que te harán avanzar.
Cuida que no tengas deseos de revelaciones.
No mires, escuches, huelas, pruebes, digas o toques nada sólo por tu placer.
Si buscas deleite en las criaturas, no podrás encontrar verdadero deleite en Dios.
Sería una falta el buscar comida exquisita.
No sobrecargues el cuerpo con demasiada abstinencia realizada por tu propia voluntad.
Trata de no escuchar palabras de detracción.
Restringe tu lengua de palabras vanas y ligeras.
No ames el mucho hablar, pues es un gran impedimento para la vida interior.
Para mantener la pureza de corazón, no hables, desees o hagas nada con afecto desordenado.
Si un siervo de Dios se deleita en conversaciones innecesarias; si no tolera el silencio; si desea ver esto o aquello sin moderación; si indaga ansiosamente lo que se ha dicho o hecho y escucha de buena gana reportes insustanciales y noticias, es inútil que se proponga elevarse ni al más bajo grado de una vida de mayor santidad.
Abstente de todo regocijo inmoderado, risa, chistes inútiles y frivolidad de conducta.
Diligentemente mata el orgullo, la vanagloria y auto-complacencia.
Diligentemente mata los movimientos de impaciencia, impulsos de ira y concupiscencia de la carne.
Mortifica el juicio cediendo a los demás en vez de disputar.
No desprecies a ningún pecador por más grande que sea.
No juzgues a nadie temerariamente.
No seas obstinado en tu propia opinión.
No contradigas a menos que la verdad o la justicia te lo obliguen.
No riñas o disputes sobre menudencias.
Prefiere la voluntad de otros a la propia.
Permite ser reprendido o enseñado por otros.
Perdona y disculpa las ofensas inmediatamente.
Simpatiza con todos los que tienen necesidad, pruebas o desgracias.
No finjas el no ver esos pecados que se deberían corregir y reprobar.
Abraza a todos con Caridad.
No desees ni juzgues los dichos y acciones de los demás.
No desees una reputación de humilde o santo.
Sé constante en abnegación y mortificaciones o no progresarás.
Cuando por amor a Dios luchas contra la indulgencia de tus propios sentidos y la propia voluntad (aún en las cosas más pequeñas), haces algo más agradable a Dios que si hicieras volver muchos muertos a la vida.
Dile al Señor: “No deseo ver tal cosa ya que no es necesario que la vea. Por amor a Ti, no tocaré eso.” Uno no puede encontrar perfectamente a Dios en su alma a menos que primero dé muerte a todo lo que es desordenado. Las gratificaciones vanas deben ser cortadas
Cuando abandonas tu propia voluntad y tu amor propio:
Entonces sin duda, muerto al mundo, vives sólo para Dios.
Olvida todo asunto inútil.
No reflexiones sobre pensamientos vanos e innecesarios.
Silencia tu conversación contigo mismo.
La verdadera oración consiste en elevar la mente a Dios aunque no se usen palabras.
No te aferres desordenadamente a ninguna cosa ni persona creada (aunque sea santa).
Prepárate a renunciar de buena gana a todo deleite que pueda fluir de los ejercicios espirituales.
No aferrarnos a ninguna cosa perecedera .
Renuncia a tu propia voluntad.
No consideres nada como de tu propiedad particular.
Acepta todo lo que suceda como venido de la mano de Dios.
Soporta paciente y tranquilamente toda clase de aflicciones; piensa que te harán avanzar.
Cuida que no tengas deseos de revelaciones.
No mires, escuches, huelas, pruebes, digas o toques nada sólo por tu placer.
Si buscas deleite en las criaturas, no podrás encontrar verdadero deleite en Dios.
Sería una falta el buscar comida exquisita.
No sobrecargues el cuerpo con demasiada abstinencia realizada por tu propia voluntad.
Trata de no escuchar palabras de detracción.
Restringe tu lengua de palabras vanas y ligeras.
No ames el mucho hablar, pues es un gran impedimento para la vida interior.
Para mantener la pureza de corazón, no hables, desees o hagas nada con afecto desordenado.
Si un siervo de Dios se deleita en conversaciones innecesarias; si no tolera el silencio; si desea ver esto o aquello sin moderación; si indaga ansiosamente lo que se ha dicho o hecho y escucha de buena gana reportes insustanciales y noticias, es inútil que se proponga elevarse ni al más bajo grado de una vida de mayor santidad.
Abstente de todo regocijo inmoderado, risa, chistes inútiles y frivolidad de conducta.
Diligentemente mata el orgullo, la vanagloria y auto-complacencia.
Diligentemente mata los movimientos de impaciencia, impulsos de ira y concupiscencia de la carne.
Mortifica el juicio cediendo a los demás en vez de disputar.
No desprecies a ningún pecador por más grande que sea.
No juzgues a nadie temerariamente.
No seas obstinado en tu propia opinión.
No contradigas a menos que la verdad o la justicia te lo obliguen.
No riñas o disputes sobre menudencias.
Prefiere la voluntad de otros a la propia.
Permite ser reprendido o enseñado por otros.
Perdona y disculpa las ofensas inmediatamente.
Simpatiza con todos los que tienen necesidad, pruebas o desgracias.
No finjas el no ver esos pecados que se deberían corregir y reprobar.
Abraza a todos con Caridad.
No desees ni juzgues los dichos y acciones de los demás.
No desees una reputación de humilde o santo.
Sé constante en abnegación y mortificaciones o no progresarás.
Cuando por amor a Dios luchas contra la indulgencia de tus propios sentidos y la propia voluntad (aún en las cosas más pequeñas), haces algo más agradable a Dios que si hicieras volver muchos muertos a la vida.
Dile al Señor: “No deseo ver tal cosa ya que no es necesario que la vea. Por amor a Ti, no tocaré eso.” Uno no puede encontrar perfectamente a Dios en su alma a menos que primero dé muerte a todo lo que es desordenado. Las gratificaciones vanas deben ser cortadas
Cuando abandonas tu propia voluntad y tu amor propio:
- Renuncia a toda gratificación del espíritu y la naturaleza,
- Refrena los deseos desordenados,
- Obedece a otros en asuntos exteriores,
- Cesasde enredarte en cosas y preocupaciones innecesarias,
- Deja pasar las acciones y palabras de los demás,
- No cedas a juicios temerarios,
- No te emociones excesivamente por la alabanza o la acusación,
- Soporta dulcemente las ofensas, adversidades y miserias,
- No te quejes,
- Ten caridad para con todos.
Entonces sin duda, muerto al mundo, vives sólo para Dios.
Derechos de Autor, Copyright © 2015 & 2016