Nota 61
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
A BOOK OF SPIRITUAL INSTRUCTION
[UN LIBRO DE INSTRUCCIÓN ESPIRITUAL]
Por Ludovicus Blosius
Fue un abad que recibió su educación del futuro Papa Adrián VI, y fue un
paje en la corte del futuro emperador Carlos V. El emperador ofreció a
Blosius la posición de Arzobispo de Cambrai, France, que no fue acceptada.
Traducido del latín por el Reverendo Bertrand A. Wilberforce, O.P.
Aspiraciones
El tercer medio necesario para aspirar a la Unión con Dios
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
A BOOK OF SPIRITUAL INSTRUCTION
[UN LIBRO DE INSTRUCCIÓN ESPIRITUAL]
Por Ludovicus Blosius
Fue un abad que recibió su educación del futuro Papa Adrián VI, y fue un
paje en la corte del futuro emperador Carlos V. El emperador ofreció a
Blosius la posición de Arzobispo de Cambrai, France, que no fue acceptada.
Traducido del latín por el Reverendo Bertrand A. Wilberforce, O.P.
Aspiraciones
El tercer medio necesario para aspirar a la Unión con Dios
Uno debe tener en mente algunas aspiraciones cortas para decirlas al Señor durante el descanso o empleo, porque las aspiraciones ardientes llevan al alma rápidamente a la unión con Dios.
Cada vez que uno se retira de una cosa perecedera y vuelve su corazón a Dios totalmente, Dios derrama más gracia en su alma. Hasta el ignorante y sin educación puede alcanzar la más alta sabiduría de la Teología Mística y la Unión. Todo lo que se requiere es pureza y humildad, desprendimiento de la mente y amor ferviente.
Los ejercicios exteriores son agradables a Dios: oraciones vocales, genuflexiones, devociones especiales y ayunos, pero los ejercicios interiores por los que el alma se expande con deseo ardiente hacia Dios para unirse a El, no por imágenes sensibles, sino de cierta manera sobrenatural, son mucho mejores y superiores.
Los que se adhieren solamente a los ejercicios exteriores con algo de amor propio, de acuerdo a su propio juicio y no se unen a Dios en espíritu, después de pasar la vida en tal imperfección, tendrán que pagar en el Purgatorio en proporción al grado en que se buscaban a sí mismos en tales ejercicios y obras.
El autor continúa diciéndonos que, una vez libre de todos los obstáculos, el alma es iluminada por los rayos del Dios invisible. ¡Qué grande es nuestra ceguera! Fuimos hechos para poseer a Dios aquí en este mundo y unirnos a El. Con este fin se nos dio la memoria, para que recordemos a Dios.
Dice que para ese fin se nos ha dado un intelecto, para que por la fe y contemplación progresemos en el conocimiento de Dios.
Para ese mismo fin, nos dice, se nos ha dado una voluntad libre, para que podamos elegir a Dios y amarlo. En cambio, permitimos que estas tres facultades maravillosas queden tan degradadas que aman las cosas más bajas. Entristece al Señor el ver que nos contentamos con lo más bajo cuando El quiere darnos lo más alto.
Cada vez que uno se retira de una cosa perecedera y vuelve su corazón a Dios totalmente, Dios derrama más gracia en su alma. Hasta el ignorante y sin educación puede alcanzar la más alta sabiduría de la Teología Mística y la Unión. Todo lo que se requiere es pureza y humildad, desprendimiento de la mente y amor ferviente.
Los ejercicios exteriores son agradables a Dios: oraciones vocales, genuflexiones, devociones especiales y ayunos, pero los ejercicios interiores por los que el alma se expande con deseo ardiente hacia Dios para unirse a El, no por imágenes sensibles, sino de cierta manera sobrenatural, son mucho mejores y superiores.
Los que se adhieren solamente a los ejercicios exteriores con algo de amor propio, de acuerdo a su propio juicio y no se unen a Dios en espíritu, después de pasar la vida en tal imperfección, tendrán que pagar en el Purgatorio en proporción al grado en que se buscaban a sí mismos en tales ejercicios y obras.
El autor continúa diciéndonos que, una vez libre de todos los obstáculos, el alma es iluminada por los rayos del Dios invisible. ¡Qué grande es nuestra ceguera! Fuimos hechos para poseer a Dios aquí en este mundo y unirnos a El. Con este fin se nos dio la memoria, para que recordemos a Dios.
Dice que para ese fin se nos ha dado un intelecto, para que por la fe y contemplación progresemos en el conocimiento de Dios.
Para ese mismo fin, nos dice, se nos ha dado una voluntad libre, para que podamos elegir a Dios y amarlo. En cambio, permitimos que estas tres facultades maravillosas queden tan degradadas que aman las cosas más bajas. Entristece al Señor el ver que nos contentamos con lo más bajo cuando El quiere darnos lo más alto.
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