Prefacio
Estas notas, que en su mayoría tienen diferentes autores, son un recordatorio de que junto a San Juan de la Cruz hay muchos otros escritores espirituales que entendieron la naturaleza del Jesús místico, “escondido”. Habiendo alcanzado la contemplación infusa, desearon darla a conocer a otros. Ellos mismos fueron ejemplo de un alto grado de humildad y desprendimiento para perderse en Dios. Se humillaban frente a todos. Escogieron el silencio interior y la soledad exterior, en contra de sus deseos naturales. Tarde o temprano sintieron dentro de su alma el don de Dios mismo, un abrazo al alma con su Presencia. Ya que Dios es amor, esta experiencia de Su amor en el alma es la mayor posible, más allá de la expresión de las palabras, y uno puede crecer en este amor mientras viva. Es el misticismo auténtico. Estos autores nos muestran cómo es posible, para los seres humanos, vivir la vida divina aquí en la tierra verdaderamente. Y todavía es posible hoy, practicando su ejemplo y sus direcciones.