Nota 81
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE THREE AGES OF THE INTERIOR LIFE, Volumen II
[LAS TRES EDADES DE LA VIDA INTERIOR, Volumen II]
Por el Padre Reginald Garrigou Lagrange, O.P.
Fue profesor en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino
en Roma y supervisó la investigación doctoral del futuro Papa Juan
Pablo II. Traducido del francés por la hermana Mary Timothea, O.P.
Necesidad para la Santidad
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE THREE AGES OF THE INTERIOR LIFE, Volumen II
[LAS TRES EDADES DE LA VIDA INTERIOR, Volumen II]
Por el Padre Reginald Garrigou Lagrange, O.P.
Fue profesor en la Universidad Pontificia de Santo Tomás de Aquino
en Roma y supervisó la investigación doctoral del futuro Papa Juan
Pablo II. Traducido del francés por la hermana Mary Timothea, O.P.
Necesidad para la Santidad
Este autor nos dice que el estado místico no se puede obtener en la vía ascética por los esfuerzos propios, sino solamente en la vía mística por la operación del Espíritu Santo. Antes de poder alcanzar la vía mística, debemos tener las cuatro pasiones del alma bajo control (temor, dolor, esperanza y gozo) y los deseos mortificados y purificados. Hasta entonces el alma es incapaz de ver a Dios.
El autor dice que lo que es esencial para la contemplación mística es la contemplación infusa que da el Espíritu Santo. Visiones, éxtasis, revelaciones y locuciones no son contemplación infusa; son un fenómeno que usualmente acompaña a la contemplación infusa y nadie debe desearlos.
Dice que la contemplación infusa es necesaria para la santidad. Es una perfección del amor a Dios y al prójimo. Si no se realiza aquí en la tierra, debe ser sufrida en el Purgatorio. Sin contemplación infusa el alma no tendrá la perfección plena de una vida Cristiana. El autor dice que es lamentable que tantas almas retrocedan ante el sufrimiento indispensable que las prepara para esta unión.
El autor dice que lo que es esencial para la contemplación mística es la contemplación infusa que da el Espíritu Santo. Visiones, éxtasis, revelaciones y locuciones no son contemplación infusa; son un fenómeno que usualmente acompaña a la contemplación infusa y nadie debe desearlos.
Dice que la contemplación infusa es necesaria para la santidad. Es una perfección del amor a Dios y al prójimo. Si no se realiza aquí en la tierra, debe ser sufrida en el Purgatorio. Sin contemplación infusa el alma no tendrá la perfección plena de una vida Cristiana. El autor dice que es lamentable que tantas almas retrocedan ante el sufrimiento indispensable que las prepara para esta unión.
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