Nota 107
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE BOOK OF DIVINE CONSOLATION OF THE BLESSED ANGELA DE FOLIGNO
[EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA, DE LA BEATA ÁNGELA DE FOLIGNO]
Por la Beata Ángela of Foligno
Fue una mística cuyas obras fueron usadas como ayuda devocional popular
durante la Edad Media. El prefacio por el traductor del italiano antiguo.
Introducción por Algar Thorold. (“...recién traducido del latín a la lengua
vernacular en 1536.”) Traducido del italiano por Mary G. Steegmann.
Ropa Vana
Notas de Ella Boudreaux Mayo tomadas de
THE BOOK OF DIVINE CONSOLATION OF THE BLESSED ANGELA DE FOLIGNO
[EL LIBRO DE LA CONSOLACIÓN DIVINA, DE LA BEATA ÁNGELA DE FOLIGNO]
Por la Beata Ángela of Foligno
Fue una mística cuyas obras fueron usadas como ayuda devocional popular
durante la Edad Media. El prefacio por el traductor del italiano antiguo.
Introducción por Algar Thorold. (“...recién traducido del latín a la lengua
vernacular en 1536.”) Traducido del italiano por Mary G. Steegmann.
Ropa Vana
La Beata Ángela nació en 1248. Habiendo sido casada, su esposo y todos sus hijos murieron. Entró a la Orden Franciscana como ermitaña Terciaria. Ella y una compañera religiosa vivieron juntas en soledad cerca de la Iglesia de los Frailes Menores en Foligno hasta su muerte a la edad de sesenta y un años.
La Beata Ángela dice que su juventud fue un desastre moral pero, una vez cuando estaba en la Iglesia recordando con gran pesar las miserias que tenía por delante y queriendo expiar todos los pecados mortales que había cometido, recibió una visión. Dice que esta visión se le mostró tan claramente que exclamó en voz alta en presencia de todos. El Señor le mostró que nadie tiene pretexto para no ser salvado; solamente hay que ir al médico para ser sanado y la medicina del médico que se le mostró era su sangre.
Le pidió al Señor que considerara su cabeza que tantas veces había adornada con orgullo, rizándola y trenzándola. Le pidió que considerara sus desdichados ojos, tan llenos de inmundicia y envidia. Le mostró todos sus otros pecados de los otros miembros de su cuerpo. El Señor sanó jubilosamente todos esos pecados y le dijo que El ya había hecho satisfacción y penitencia por ellos.
En este libro se lee que el Señor le dijo que puesto que su cabeza estaba traspasada por agudas espinas, El había ya hecho penitencia por las flaquezas de su orgullo y vanagloria, al rizar y trenzar su cabello, lo cual le había desagradado tanto. Por la flaqueza de buscar el favor de hombres miserables al ungirse la cara, su cara olía a escupitajo de hombres viles. Por sus ojos con los que se había deleitado en mirar cosas vanas, El vertió de los suyos copiosas lágrimas amargas. Por sus oídos con que ella escuchaba cosas vanas y dañinas, El hizo penitencia escuchando acusaciones falsas. Por los pecados de su boca mediante la cual se deleitaba en festines y borracheras, su boca había estado seca, hambrienta y sedienta. Por los pecados de su corazón con el que había pecado por la ira, la envidia y el mal amor, su corazón fue traspasado por una aguda lanza. Por los pecados de los pies con los que pecó en bailes vanos, sus pies fueron clavados sobre el madero de la cruz. Por los pecados de todo su cuerpo con el que había pecado entregándolo a todo placer, su cuerpo fue fijado a la cruz. Por los pecados de sus adornos y vestidos vanos, hombres viles lo despojaron de su túnica y lo elevaron en la cruz, tan desnudo como cuando nació de la Virgen. Le dijo que no podría encontrar ningún pecado ni enfermedad del alma por el que El no hubiera hecho suficiente satisfacción por todos los pecadores. Le dijo que si ella ya no fuera negligente del Señor, no necesitaría lamentarse más.
La Beata Ángela dice que su juventud fue un desastre moral pero, una vez cuando estaba en la Iglesia recordando con gran pesar las miserias que tenía por delante y queriendo expiar todos los pecados mortales que había cometido, recibió una visión. Dice que esta visión se le mostró tan claramente que exclamó en voz alta en presencia de todos. El Señor le mostró que nadie tiene pretexto para no ser salvado; solamente hay que ir al médico para ser sanado y la medicina del médico que se le mostró era su sangre.
Le pidió al Señor que considerara su cabeza que tantas veces había adornada con orgullo, rizándola y trenzándola. Le pidió que considerara sus desdichados ojos, tan llenos de inmundicia y envidia. Le mostró todos sus otros pecados de los otros miembros de su cuerpo. El Señor sanó jubilosamente todos esos pecados y le dijo que El ya había hecho satisfacción y penitencia por ellos.
En este libro se lee que el Señor le dijo que puesto que su cabeza estaba traspasada por agudas espinas, El había ya hecho penitencia por las flaquezas de su orgullo y vanagloria, al rizar y trenzar su cabello, lo cual le había desagradado tanto. Por la flaqueza de buscar el favor de hombres miserables al ungirse la cara, su cara olía a escupitajo de hombres viles. Por sus ojos con los que se había deleitado en mirar cosas vanas, El vertió de los suyos copiosas lágrimas amargas. Por sus oídos con que ella escuchaba cosas vanas y dañinas, El hizo penitencia escuchando acusaciones falsas. Por los pecados de su boca mediante la cual se deleitaba en festines y borracheras, su boca había estado seca, hambrienta y sedienta. Por los pecados de su corazón con el que había pecado por la ira, la envidia y el mal amor, su corazón fue traspasado por una aguda lanza. Por los pecados de los pies con los que pecó en bailes vanos, sus pies fueron clavados sobre el madero de la cruz. Por los pecados de todo su cuerpo con el que había pecado entregándolo a todo placer, su cuerpo fue fijado a la cruz. Por los pecados de sus adornos y vestidos vanos, hombres viles lo despojaron de su túnica y lo elevaron en la cruz, tan desnudo como cuando nació de la Virgen. Le dijo que no podría encontrar ningún pecado ni enfermedad del alma por el que El no hubiera hecho suficiente satisfacción por todos los pecadores. Le dijo que si ella ya no fuera negligente del Señor, no necesitaría lamentarse más.
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